Mujeres con rodete

domingo, 6 de enero de 2013

Jacqueline Goldberg: buscar un libro y no encontrarlo


          Llevo años paseándome por las librerías de mi ciudad buscando libros imposibles, libros fuera de época, libros descatalogados, libros... Siempre me salva la bendita red internáutica. Así pude ir ilusionada a la oficina de correos a recoger la autobiografía de la anarquista de principios del siglo XX Emma Goldman, que desde los diecisiete años quería leer; recibir en la puerta de mi casa, tras la firma obligada, procedente de una pequeña librería de Deltona (U.S.A.), una colección de textos sobre El oficio de narrar coordinado por Marina Mayoral; o conseguir, tras larga persecución, más de media docena de libros de Virginia Woolf antes de que la película Las horas la “reeditara”. Porque hace ya mucho que no se estila leer lo que uno quiera, sino la lectura a toque de corneta: hasta ahí llega nuestra libertad de expresión versus libertad de comprensión.
          Y si vengo con este cuento, es porque el periplo de mi nueva búsqueda comenzó y terminó hace unos días. Nombre: Jacqueline Goldberg, su libro: editado en 2009, estado: desaparecido, género: poesía. Para matar el hambre, me leí los poemas que tiene colgados en su blog. Un par de ellos, como escribana, os copio:
                                                         Este, porque sí:

(1:35 pm)

De haber cumplido
con los sagrados preceptos de este día,
no estaría escribiendo.

Me retracto.
He huido tantas veces.

Ardua es la fidelidad a la memoria.

Quedan intemperies.
Alguna vez iré tras ellas.

                                                             Este, ¿por qué no?:

(4:00 pm)

Nada que decir.
Las cuentas pendientes
las desabrigo en soledad.

                                          Y este fragmento del poema “Hay una mujer”:

colgamos el miedo y las ganas
y cuando nadie pregunta
cuando por fin
nos dejan sostener
raíces en los ojos

iniciamos el regreso

permitimos a extraños
adivinar lo que nos detiene.
                                                 para todas ellas que las hay.

             Bajo la dictadura de las editoriales y librerías sobrevive una hermosa y vasta red: la de los amantes de las letras, de los libros escondidos u olvidados, de aquellos que anidan en nuestro ánimo. Os invito a anudaros a ella.


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