Mujeres con rodete

domingo, 3 de febrero de 2013

El valor de la risa y las lágrimas (Día-río I)

          Cuenta Emma Alies en su volumen de reflexiones sobre la vida cotidiana “Día-río” que:

          “Hace más de dos décadas, un amigo me dijo: Ríes poco y no tienes sentido del humor. Tres años después no volví a saber nada de él. Aquello causó en mí un dolor que no quería reconocer y escapé del llanto comprándome “El libro de la risa y el olvido” de Milan Kundera. Ni me reí ni olvidé. No sabía hacer esas cosas y además ignoraba que no se podían aprender en los libros. Pasaron muchos años, y en ellos aprendí a olvidar, recuperé el sentido de la risa de mi infancia y confundí el sentido del humor con la ironía y el sarcasmo, pero no re-aprendí el sentido del llanto, tan bien ejercido y con tanto acierto en mi adolescencia y primera juventud. También compré libros: “Una pena en observación”, de C. S. Lewis y “Diario de duelo” de Roland Barthes. La estrategia surtió efecto, lloré, mucho, saqué muchas lágrimas por mis ojos. Pero aún no había re-aprendido a llorar. Hubieron de pasar sobre mí años de desconcierto y sequía, años desnortados y desnudos, para que alejara los libros de mi cuerpo y me acercara a él. Para que la vergüenza, esa tara humana inventada ancestralmente por algunas religiones, me devolviera a la niñez y sus recovecos. Sentada en mi sillón durante meses, incapaz de algo más que mirar por la ventana, alimentarme y dormir a duras penas, comencé a leer el libro de mi cuerpo y el libro de mi vida desde una foto pegada a la pared. Y así, pasado un tiempo, lectora neonata y perseverante, comencé a desgranar, a deshojar, desflorar y entrañar sus hojas hasta sonreír y sonreírme, hasta alcanzar la mal-vista risa estrepitosa de una mujer madura y la sonrisa de la comisura de la mirada, hasta llorar con lágrimas gruesas de sal por lo propio y lo ajeno, lo nimio y lo perverso, hasta aprender a fundir ese río con la comisura de mis ojos. Ahora re-leo ese libro con frecuencia para no olvidar, pero, sobre todo, para no olvidar-me.”

          “Día-río” es un volumen de confidencias y reflexiones sobre la vida cotidiana y textos de autores varios. Cuenta la autora en un aparte, que nunca tuvo intención de mantener un diario, sin embargo escribía con frecuencia sobre su vida y lo que leía, a modo de exorcismo de sinsabores vitales, por lo que aquellas páginas pasaron a recoger, de alguna forma, el río de su vida, o al menos, "algún que otro afluente". Además, comenta ella misma:

          “Tenía la pretensión en sus inicios de que ese 'río' fluyera para llegar a ser verbo en mi vida. En la actualidad, guardo para mí otra perspectiva: los días se enlazan en red, y, en ellos y por ellos, fluyen tanto la vida como la palabra, propia y de otros, oída, leída, liada, entrevista, ... o más bien la palabra-vida-vivida, río-red, y, aparte de todo esto, que puede parecer un galimatías, río, lloro y río con lágrimas o lloro entre risas, a fin de cuentas, viene a ser lo mismo, el potente flujo interior hecho materia: sonidos más o menos escandalosos, formación de patas de gallo y agua salada.”

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