Dicen que a los conductores se les desata la mala lengua en los atascos y otros incidentes viarios. Como yo no conduzco, a mí se me desata la mala lengua cuando escucho a la mayoría de los políticos. Ayer, a golpe de mocho de fregona, me escuché de pe a pa el discurso de nuestro presidente de gobierno.
Les aseguro que se limpia bien el suelo, una pasa y repasa las losetas al ritmo iracundo de
¡Y una mierda pa ti!
Aparta el ventilador y levanta la manta camilla al son mascullante de
¡Y una mierda, tío!
Escurre el mocho con una fuerza desconocida al compás de un enorme:
¡¡Tú eres gilipollas!!
Habría pasado mejor rato si me hubiera puesto a Elvis, porque el suelo queda como una patena con un buen rock, pero me gusta escuchar una versión original antes de los comentarios, por aquello de saber con qué sesgos convivo en los medios de comunicación.
Un rato después, mientras preparaba la comida, pensé que mejor almorzar con los Simpson, porque puestos a ver y oír a un garrulo que ignora la vida y necesidades de los demás, prefiero a Homer a un señor harto soso que se ha llevado veinte minutos diciendo -eso sí, todo engatusado y repulido de números- que
España, gracias a nosotros, va bien y el próximo año, mejor.
¡Coño, qué casualidad, el año que viene hay elecciones generales...!
(Pena no poder estar en la rueda de prensa para espetarle que toda la gente que conocemos se está quedando sin agujeros en el cinturón o lo ha tenido que empeñar, y no precisamente en Suiza, Luxemburgo, las Caimán o Andorra).
Epílogo
Entre la lechuga y los tomates de la ensalada se me cayó la ira (vestida de sarcasmo) del señor Rajoy hacia un periodista que le mencionó a Pablo Iglesias y a Alberto Garzón (por aquello del relevo generacional): dime qué te cabrea y te diré qué temes (y, por cierto, qué no respondes).
Tampoco tuvo mucha fortuna quien le preguntó por la ley del aborto y por la de dependencia, no se acordaba, ¡se habían tomado tantas decisiones en el consejo de ministros!: tuvo que rebuscar entre sus papeles qué había de esas leyes que inciden directamente en la vida de las mujeres... Si seguimos limpiando el suelo con fregona como en los años setenta u ochenta, ¿por qué no poner las leyes a ese nivel? El asunto es que por aquella época aún había quienes exigían que los suelos se fregaran de rodillas... ¡Ojito!
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